Cuba: Fallece en Holguín el hermanito Enrique

En Cuba, desde 1965, optó por vivir como trabajador, ofreciendo su testimonio y compartiendo la vida cotidiana de sus vecinos.

Una breve nota de Mons. Emilio Aranguren Echeverría anunciaba el 31 de diciembre que a las 8.20 am había fallecido el Hermanito de Jesús, Enrique Ferrie, a los 87 años de edad

El Hermanito Enrique, como todos le conocían, llevaba varios días luchando por mantener la vida, después de una caída que le había causado un golpe en la cabeza con el subsecuente deterioro que no pudo superar.

El día anterior, el mismo hermanito Enrique había mandado un abrazo para todos a través del Obispo.“¡Lindo día para los Hermanitos: el de la Familia de Nazaret!” comentó el Obispo al comunicar su fallecimiento.

En su nota, el Obispo de Holguín anunciaba que la comunidad de los Hermanitos y los vecinos habían decidido tener el velatorio en su casa del barrio de La Colorada por la tarde y noche del día 31 y en la mañana del día primero de enero sería trasladado a la Parroquia de San José para la Misa de Exequias y posterior entierro en el Cementerio de Mayabe.
En La Colorada, los vecinos comentaban que el Hermanito ya deseaba encontrarse con Dios y hacerlo en un día festivo.

Nacido en Francia, Henri Ferrié había llegado a Cuba hace 53 años, motivado por la espiritualidad de Charles de Foucauld, (1858-1916) un sacerdote francés que en 1901 abandonó una vida acomodada para vivir en Beni Abbes, Argelia y después entre los Tuaregs en donde murió asesinado. Su ejemplo guió el establecimiento de la fraternidad católica de Los Hermanitos de Jesús a la que Enrique pertenecía.
En Cuba, desde 1965, optó por vivir como trabajador, ofreciendo su testimonio y compartiendo la vida cotidiana y las carencias de sus vecinos.

Junto al hermanito Hubert Paul Hazard se estableció primero en Güines en el barrio rural “Paraíso”, donde trabajó como carpintero. Después, ambos se trasladaron a Holguín en donde han recorrido las calles en bicicleta y ahora, ya ancianos animaban la vida del barrio.

Entrevistado recientemente para un documental, el hermanito Enrique admitía que le costaba “no poder caminar sin perder el equilibrio. Trato de aceptarlo como se aceptan los altibajos de la vida humana”, decía.

Había sido ordenado sacerdote pero él insistía en que le llamaran ‘hermanito’. En La Colorada, junto a Humberto, ayudaba a los vecinos a reconstruir sus casas, compartiendo lo que tienen y reuniendo a quienes desean rezar, compartir, o celebrar la Eucaristía con los sacerdotes o el mismo Obispo que les visitaba.
“No me gusta hablar de religión, sino de fe,” solía decir Enrique. “Lo principal es el encuentro con Dios, la vida con Él. Dios merece ser amado radicalmente, con amor loco.”

Su ‘amor loco’ se ha visto colmado, hoy, al encontrarse con su Dios y hermano, Jesús.

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