Los hermanos de África del Norte, en su mayoría en Argelia, se reúnen cada dos años durante una semana. Una ronda de intervenciones ocupa una buena parte de estos encuentros. Normalmente se trata de compartir lo que se ha vivi- do durante los últimos 24 meses. Este año el tema central era: “Cuándo entré en la Fraternidad, había unos valores que me atraían, una llamada… 20 años, 40 años, 60 años después, ¿dónde me encuentro?”
Cada hermano había preparado por escrito su reflexión en una, dos o varias páginas; fue muy rico este compartir. Demasiado rico para ser resumido en el formato de un diario… por eso os comunicamos solo algunas cosas que fueron el principio de una larga revisión de vida.
Cada uno se acuerda muy bien de sus primeros contactos con la Fraternidad, hermanos encontrados, lugares… Se repiten a menudo los nombres de René Voillaume, pero también Dominique Voillaume, Milad; lugares como El Abiodh, Montbard, Farlete. Luego se abrieron caminos que no siempre son directos: “Conocí contextos de vida muy diferentes: El Abiodh, Concarneau, el sanatorio, el Assekrem, Jerusalén, Jordania, en la actualidad estoy aquí en Marsella” dice Alain.
El noviciado fue un salto a lo desconocido: “Principios de octubre del 49, me fui a El Abiodh vía Marsella y Orán… ¡nunca había visto el mar! Y al final del camino, hubo una verdadera ruptura”.
Pero todos dicen que este “hilo conductor”, descubierto al principio, se ha mantenido: “Sentí que era mi lugar, con estos valores que desde entonces no me han abandonado: la oración en medio del mundo, Nazaret, la Eucaristía, salvadores con Jesús, la pobreza, la sencillez, el trabajo, la amistad gratuita con Jesús, y con todos mis compañeros de camino”.
Otros testimonios: “Descubrí lo que buscaba, testimoniar el evangelio en la vida, permanecer en la oración centrada en la Eucaristía y vivirla co-
mo hermanos”
“La oración y la cercanía de la gente del pueblo han permanecido como las dos realidades esenciales para mí”
“Lo que me guiaba, era la opción de la pobreza frente al mundo,
frente a los otros, frente a Dios, frente a mí mismo. Ser el más pequeño, el último (¡el penúltimo!), de allí derivan las otras opciones”
“La fe está hecha de múltiples dudas; lo importante es la alegría interior”
“En mi respuesta al ‘Ven, sígueme’, una palabra podría resumir lo que, en mi búsqueda de un absoluto, me atrajo mucho a la Fraternidad: sencillez, sencillez de relaciones entre nosotros, sencillez de relaciones con todo el mundo (hermano universal), sencillez de relaciones con Dios (la oración de la gente pobre), en la relación íntima y confiada con el Padre y nuestro ‘bien amado Hermano y Señor Jesús’, sencillez de vida, estilo de vida entre los pobres intentando no tomarse demasiado en serio, permanecer en el espíritu de la infancia con la alegría de los pequeños”.
“El corazón, la fuerza y la originalidad de nuestra vocación se sitúa en esta ‘inserción fuerte’ en el ambiente donde se encuentra la Fraternidad y ‘ser contemplativos en medio del mundo’, en lo cotidiano más ordinario”
“En vez de vida contemplativa, prefiero la expresión ‘búsqueda de Dios’”.
Pero un hilo conductor no es garantía de una línea recta, sin dificultades. “Me gustó vivir con la gente de Marrakech, aprecié su forma de vida, su coraje, su hospitalidad. Pero me parece que me quedé un poco en el exterior de muchas realidades de su vida”
“Creo también que para mí, estas dos realidades de la oración y de la cercanía con el pueblo han quedado demasiado separadas”
Para otro hermano, ¿cómo asumir esta contradicción, o por lo menos esta tensión “de un deseo de vida contemplativa cuando mi corazón estaba compartido? O bien lo que me ha parecido el mayor pecado, ha sido querer meter mi todo en el Señor, cuando me veía tan orgulloso y centrado en mí mismo”
“Ciertamente no es un ‘camino de perfección’. ¿Es un camino de contemplación?”.
“Llegaron los años oscuros (al comienzo de los 90), vividos en fidelidad hacia aquellos que nos rodeaban. ¿Hemos arriesgado algo? Quizás, pero no más que nuestros vecinos y amigos”
“Un período muy duro en Bissa, donde hubo muertos. Fuimos atacados por los ‘Hermanos de la montaña’: gente que venía en el nombre de Dios y que rompía todo. Cuando me liberaron, me dije: ‘Todavía tendré que vivir y morir’. Fue una ocasión en la que se produjeron muchos testimonios concretos de amistad. Significó un despojarse con una mezcla de tristeza y alegría”.
En el Capítulo lamentos o expectativas constatamos “que ‘nuestra vida fraterna’ en general es bastan- te deficiente. De hecho ninguno de nosotros ha sido formado para llevar una vida en común”
Pero “hoy, puedo decir de todas maneras que encuentro en ella una alegría profunda y que es infinitamente más hermosa de lo que imaginaba hace 50 años. Ya que me hace entrar visceralmente en el misterio de Jesús y en su encarnación redentora”.
También es importante para los hermanos de la región,
“hacerse cercanos a este mundo del Islam tan diferente, expresado por varones y mujeres en búsqueda de Dios”
“Mi vocación al mundo del Islam viene desde mi tiempo de prueba. En el momento de mi profesión perpetua, hice la ofrenda de mi mismo para ‘mis hermanos del Islam’”