Farlete: las cuevas de San Caprasio y un silencio cómplice

Ramón y Enrique llevan más de cuatro décadas en Farlete y reciben en el monte a quienes buscan estancias breves de meditación.    

Extracto de un artículo publicado en www.heraldo.es

Los Hermanitos de Jesús, la congregación laica y católica fundada por el francés Charles de Foucauld a principios del siglo XX llegaron a Farlete en 1956. Foucauld, seguidor fehaciente del ejemplo de humildad de Jesús de Nazaret, vivió una existencia mundana hasta su conversión, y murió asesinado en 1916; casi un siglo después, en 2005, fue beatificado. Mucho antes de ese notabilísimo reconocimiento, ya le habían brindado un homenaje más directo; cinco jóvenes sacerdotes se instalaron en el Sahara en 1933 para vivir según los postulados espirituales de Carlos de Foucauld. Es el comienzo de la fraternidad de los Hermanitos, quienes comenzarían a vivir en pequeñas comunidades y ambientes populares a partir de 1947.

«Los primeros hermanos llegaron aquí hace sesenta años −señala Raymond Dubrés, el hermano Ramón para sus vecinos− y La Sabina se convirtió en el lugar de noviciado de la congregación. Un punto perfecto para recibir la formación;yo llegué en 1973 y tras un tiempo allá, pasé a vivir en el pueblo, a partir de 1979. He tenido diversos oficios y, sobre todo, he tratado de ejercer el de buen vecino, integrado en la vida cotidiana del pueblo».

        

Nacido hace 74 años en la zona del Jura, junto a la frontera suiza, este galo se ha hecho aragonés casi al cien por cien. «Allá en mi tierra es todo verde, todo bosque y altura… pero el caso es que me cuesta acostumbrare al clima de las montañas cuando voy a visitar a mi familia en Francia; yo me siento muy monegrino».

Ramón comparte un piso con el otro hermano de Foucauld residente en Farlete; es Enrique, barcelonés. Una enfermedad limita actualmente su operatividad física día a día, sin menoscabo de la fortaleza espiritual. «Aquí estamos dos, sí; durante mucho tiempo fuimos tres, pero Renato, que es francés como yo, reorientó su vida y decidió casarse: reside en Villamayor. Nosotros vivimos con un ideal, la cercanía a la gente y la puerta abierta de nuestra casa. Eso sí, de vez en cuando nos retiramos un poco a orar y tomar distancia de lo cotidiano, para buscar en el interior y aprender de lo vivido».

De lo cotidiano a la cueva

Ramón y Enrique huyen de misticismos, y no ejercer de profetas ni de psicólogos. «Yo he visto crecer varias generaciones, pero soy un vecino más del pueblo. Es cierto que hacemos los tres votos de la vida religiosa, pobreza, obediencia y castidad, pero al ser tan pocos, nos regimos por tiempos y modos diferentes a los habituales. Por ejemplo, no somos confesores ni consejeros: la gente no viene a casa a buscar palabras sabias, solo a visitar al amigo de un modo normal. Otra cosa son los visitantes de las cuevas, claro».

Ramón, Enrique y anteriores Hermanitos de Jesús acondicionaron (con la anuencia de las autoridades locales) unas cuevas en el límite de los términos municipales de Farlete y Alcubierre, aún en el lado farletino, situadas en la loma de San Caprasio. Esas cuevas, por cierto, eran escondite predilecto del famoso Bandido Cucaracha en el siglo XIX. La pista desde el pueblo es exigente para los vehículos normales; en tiempos se hacía en burro o a pie, y ahora conviene llevar todoterreno o coches altos.

El silencio redentor

En esas cuevas, equipadas con las exigencias mínimas para la supervivencia, no hay telefonía (señal nula) ni electricidad. «Quienes vienen a las cuevas −aclara Ramón− en busca de un retiro ansían lo mismo que nosotros cuando salimos de lo cotidiano por unos días y nos instalamos en esos lugares de silencio absoluto; tomar distancia, entenderse mejor. Tienen cama, mesa, estantes, camping gas para cocinar y una pequeña estancia de meditación, dentro o en una cuevita contigua. La gente viene una semana, dos; piden lo que necesitan antes y me dicen si quieren que subamos algún día concreto. Aparte de las cuevas, tenemos un cabaña más cerca de Alcubierre, con la misma intención de retiro. No cobramos nada: si la gente quiere dejar algo, lo usamos para aprovisionar al siguiente huésped».

Una sola cosa aflige a Ramón mientras recorre la pista de ida y vuelta a las cuevas. «En febrero del año pasado, un tornado arrasó con la vegetación en San Caprasio, y dejó muchos árboles partidos que, como veis, siguen así; además del desastre para el monte, esos árboles partidos y secos aumentan el peligro de incendios. Debería remediarse esto».

Ahora mismo solamente hay doce Hermanitos de la congregación creada por Foucauld residiendo en España. Hay duplas en Barcelona, País Vasco, un pueblo de Burgos, Málaga y Asturias, además de la establecida en Farlete. Raymond deja una idea como telón, y el propio telón entreabierto, para que la trama quede abierta a cualquiera. «Jesús se puso el último de la fila, al servicio de todos. Tratamos de seguir ese camino».

Enlace al artículo completo con video incluido:
http://www.heraldo.es

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