La Fraternidad envejece… Sin embargo, hay todavía jóvenes que desean comprometer su vida en esta Fraternidad, tal cual es, y eso da alegría y es un signo de esperanza. Cuando se les ve dar este paso con todo su amor y su entusiasmo, no podemos más que decir: Gracias, Señor. Aquí os presentamos la carta de Jean-François pidiendo su admisión
“Tú eres mi Dios, tú eres mi única felicidad”
“Querido Hervé, querido Jean-Louis, queridos hermanos… Seis años y cinco meses han transcurrido desde mis primerosvotos pronunciados el 20 de agosto de 2006 en La Thoberte. Y ahora hace ya diez años que camino en la Fraternidad. La edad también está presente así como la madurez y me gusta decir que lo mejor queda por llegar. He vuelto a leer mi recorrido desde mi entrada en mayo 2003 así como mis dos cartas de petición para renovar mis votos en agosto 2009 y luego en septiembre 2012. He medido la distancia recorrida: ha habido mucha alegría vivida a través de muchos encuentros en las diferentes fraternidades donde he vivido (los lazos de amistad se han arraigado) también ha habido momentos de sufrimiento y crisis profundas, momentos de grandes tentaciones, donde yo estaba dispuesto a dejar caer todo y huir. Todo esto me ha permitido experimentar la vida fraterna, descubrir mi fragilidad, aprender a acogerla como una riqueza y por consiguiente también la de mi prójimo. Afirmándome en la confianza, en la oración, además de darme cuenta de que a través de mi vida diaria estoy cada vez más profundamente apegado a nuestro carisma: no hay nada más bello a mis ojos que este tesoro que Dios nos ha confiado y que me permite realmente ser más yo mismo al hilo de los años. Releyendo mi historia, me maravillo ante la obra del Espíritu Santo en mí, su paciencia y su dulzura.
Veo cada vez mejor que este camino en la Fraternidad es la continuidad del empezado en la infancia cuando la fe en Dios penetró en mi corazón. Desde entonces he buscado el amor y, el camino de mi salvación se abrió pronto para llevarme con paciencia hasta la Fraternidad, “mi tierra prometida”: Yo le digo al Señor ¡Tú eres mi Dios! No tengo más alegría que tú”… Tú me enseñas el camino de la vida: ¡ante tu rostro, desbordo de alegría! A tu derecha, delicias para siempre… (Sal. 15)

¿Cómo no querer en este caso vivir en la contemplación y dar gracias por todo lo que Dios nos da únicamente por su amor? ¿No hemos sido creados para eso? “¿Hacia quién iríamos Señor?” ¿Y cómo no querer compartir todo esto con aquellos y aquellas que Dios pone en nuestro camino? Ha llegado el momento de comprometerse más. Así pues, puesto que me siento feliz en este camino, pido al Consejo Regional y a la Fraternidad General, si los hermanos desean que yo continúe el camino con ellos, su acuerdo para mi compromiso definitivo y por consiguiente mi presentación a los votos perpetuos.
Muy fraternalmente
J. François