Mirar con amor… incluso al árbol que me da trabajo

Idiota ¡Yo, que te doy flores hermosas!
Mirar con amor… incluso al árbol que me da trabajo

Desde que fue escrito este texto en Seúl, los ojos del mundo se vuelven a menudo hacia su vecino del norte que no para de amenazar con una intervención… Sin embargo, esperamos que la guerra no vaya más allá de su aspecto retórico… la Fraternidad en Corea vive un momento importante. Es el grupo de los hermanos del país, de los que forman parte Pyeong
Ch’eol quienes han cogido el relevo y deberán hacer que la Fraternidad se vuelva cada vez más coreana.

de Pyeong Ch’eol

Queridos hermanos, Hace frío. Aunque sea normal que haga frío en invierno, hay que tener cuidado de todas formas. Evidentemente es algo diferente del verano. Es difícil ante todo para los pobres. Los gastos de calefacción son muy altos. Aquí, generalmente se dice que “el frío se añade al hambre”. Pero el invierno como tal tiene sus lados bellos: la nieve blanca que recubre el mundo exterior es como si nos hipnotizase y nos hiciese entrar en un mundo de ensueño. Y además es muy agradable beber un té caliente. En los autobuses también gusta ver cómo la gente se pega espalda contra espalda para calentarse, como los pingüinos.
Sí, verdaderamente, el invierno es una estación en la cual se busca el calor y es bueno ver que la gente lo busca también para sus corazones. Finalmente, el Adviento y Navidad que se acerca nos hace estar más cerca del Señor.
Por lo que a mí respecta, dejé el trabajo el 31 de noviembre pasado a causa del dolor en mi espalda. Aunque los tratamientos seguidos me mejoraron, pensé que sería muy difícil seguir trabajando hasta el final del año (debo marchar en enero a Canadá para estudiar inglés). Al comienzo de diciembre la nieve empieza a caer. Ahora bien, “el día que nieva”, mi tarea se hace muy importante y la gente me saluda afectuosamente. Pero este invierno ¡NO, GRACIAS! Es cierto que hace varios meses había pensado trabajar hasta finales de diciembre, pero mi espalda me hizo detenerme antes.
Estoy contento de haber trabajado 5 años en el mismo sitio.
Mi decisión de dejar el trabajo me hizo mirar las cosas de otra manera, algo así como un enfermo que sabe que pronto va a morir. Veo de manera diferente la vida diaria, las relaciones de trabajo, el camino para llegar y durante el trabajo mirar tranquilamente el cielo, echar una mirada … amorosa sobre el árbol que me da trabajo… Recuerdo que un día le di un puntapié a este árbol que es un magnolio cuyas flores, al caer, se dispersan con el viento y ensucian mucho. Por más que uno barra, las hojas siguen cayendo. Entonces una mujer que trabajaba conmigo me dijo “Dale un puntapié” y así lo hice. Las flores cayeron todas, pero a mí me dolió el pie. Y seguidamente sentí dolor por el árbol. Rápidamente me vino a los labios la excusa de Adán. “Ha sido la mujer la que me incitó a hacer eso, a mí no se me había ocurrido” Pero el árbol me dijo: “¡Idiota, yo te doy bellas flores”! Desde entonces ya no volví a hacer ese gesto. Por supuesto que ningún idiota le da un puntapié a un árbol, pero sucede que a veces los barrenderos lo hacen…
Cada mañana, al alba, hacia las 4h, enciendo las velas para la adoración. A las 5h, rezamos la oración de la mañana. Marcho al trabajo a las 5h.40 y llegar me lleva 20 minutos a pie: las estrellas aún brillan en el cielo, el aire es fresco, suave y apacible.
Pero en invierno ¡pica!
En las grandes vías hay muchos autobuses que circulan. A esta hora la mayor parte de la gente que van dentro son empleados de la limpieza. La ciudad de Seúl es como una selva de edificios y son ellos los que los mantienen. Si por casualidad, un día, toda la gente de la limpieza tuviese la gripe o dolor de espalda y descansasen durante una semana, ¿qué pasaría en la ciudad? ¿Descansaría con ellos?
A la gente a veces le gusta decir lo siguiente: “Nosotros tiramos nuestros residuos y gracias a nosotros podéis vivir, ¿verdad?”. Si no hubiese residuos, ¿cómo podríais encontrar trabajo?
Entonces nosotros, la gente de la limpieza, ¿qué podemos decir a la gente que nos da trabajo? Esta es una pregunta retórica que no forma parte de nuestro repertorio. Pero si fuese una pregunta filosófica o espiritual, me interesaría. La limpieza es una recreación. En todo caso, somos trabajadores de la base y no podemos bajar más abajo. Por piedad para los traductores, ¡tengo que dejar de escribir!
Este fue un tiempo feliz. “Aunque el lago esté bello no lo miramos todo el tiempo, pero si tenemos una caña de pescar, sí podemos hacerlo”. Por medio del trabajo nos encontramos con la naturaleza y nuestros hermanos que Dios ha creado y a través de cada una de esas relaciones, alabamos al Señor. ¡Además del pan cotidiano!
Doy las gracias a las tres mujeres que han trabajado conmigo. Ellas me hicieron sentir la ternura femenina y la misericordia materna. Me inclino ante todas esas madres de la tierra y se lo agradezco inmensamente.

de Michel

Me alegra ver a Shanti distendido y contento, aunque su movilidad sigua siendo limitada.
Los dos hemos vivido juntos un buen número de años, a pesar de que nuestros caracteres son muy diferentes y que hemos atravesado muchas dificultades para comprendernos y respetar nuestras diferencias.
Esta visita a Shanti coincide con mi 85 cumpleaños y celebramos la Eucaristía juntos en su habitación del hospital. Esto hace reflexionar sobre este tiempo de la vejez en la que cada uno descubrimos experiencias diferentes. Guardo conmigo una carta que me había escrito mi anciana tía (fallecida hace algunos años). Tengo ganas de enviárosla ya que la releo a menudo. Es una especie de parábola-meditación que mi tía había recibido de una de sus amigas, religiosa en una congregación local en Normandía.
Así que, esta es la historia real aunque sea una parábola para mí:
“Cualquiera que sea el camino recorrido, siempre te queda camino por hacer. Por consiguiente Señor, me queda camino y me interrogo y reflexiono sobre lo que tú quieres de mí. Un recuerdo surge en mi memoria: vuelvo a ver a mi padre, campesino normando lleno de sabiduría y prudencia, mirándome y diciéndome: “Ten cuidado pequeña mía, ten cuidado, la vocación es como el vino. El vino al envejecer o se hace más bueno o se agria y se vuelve malo y picado”.
Ante esta reflexión paterna, Señor, ¿qué tengo yo para ofrecerte en la bodega de mi corazón? ¿Te he ofrecido una bebida rica de bondad, de confianza, de perdón o de valor? ¿O bien he dejado que la amargura, la tristeza, el desánimo y las decepciones transformen en vinagre toda mi vida? Ya lo ves, Señor, que aún me queda camino por hacer, mucho camino por hacer.
Pero Tú tienes respuesta para todo y me haces comprender que el despojo y la fragilidad de la vejez son el camino ideal para caminar a tu encuentro, puesto que permanece solamente la verdad interior de nuestro ser despojado de sus fuerzas físicas, de su integridad mental, de su orgullo decepcionado. Finalmente, la vejez es la última riqueza que tú me ofreces, Señor, para la última etapa. Gracias por dármela. Gracias a ella, aprendo la pobreza del cuerpo convertido en fardo, aprendo el sufrimiento para compartir mejor y comprender la de otros.
Aprendo el silencio y la soledad a través de los que me llega más fácilmente tu voz que me pide amar mejor, escuchar mejor.
El camino que me queda por hacer será, tal vez, el más difícil de mi vida, pero también, espero, el más rico en otro plano. Siempre queda camino por hacer…
Me gustaría añadir algunas líneas a esta meditación y decir que en el camino que queda por hacer, creo que evidentemente el Señor está muy cercano, con una ardiente ternura que a veces me llena de una enorme confianza, pero en la cual, muy a menudo, yo no llego a creer.
¿Qué más puedo añadir? Nada, sino que cuando abráis una botella de buen vino, pensad en estos dos viejos hermanos que os escriben. Love.

de Ives

Como no veo cosa alguna nueva que contaros, dejadme hablaros del “fin de la vida” como se dice ahora.
De los 7 hermanos que estamos aquí, 4 estamos ya en la tercera edad y tal vez pronto en la cuarta. A decir verdad, no pienso a menudo en el futuro y vivo el día a día. Sin embargo aquí están algunas reflexiones que de vez en cuando se me ocurren sobre el tema.
En primer lugar, al igual que Sta. Teresita, ¡no sé qué hay que hacer para morir! Y luego, no sé por qué la imagen del grano caído en la tierra para pudrirse me resulta como el modelo del final de mi vida. El Hno. Carlos veía en ello el anuncio del martirio, yo más bien veo el signo del término de una vida compartida con la gente sin nombre y sin influencia.
… Yo pensaba en el salmista que habla de los pasos de Dios sobre el mar sin dejar traza alguna de su paso y yo me veía así. Pero ahí está el Misterio de Su presencia en mí, yo dejaría las marcas de mis faltas en la caridad fraterna. Aparte del vaivén diario, trato de dar un lugar más importante a la oración de la mañana y tarde. Pierre dice que yo duermo durante esos momentos. Puede suceder, por supuesto, pero prefiero evocar al salmista que dice: “Señor, estoy ante Ti como una bestia” El combate de la oración del que habla San Pablo es penoso. Mantener esta oración de apertura al Misterio de Dios y de los otros cuando hasta el final exige esfuerzos repetidos y periodos de amargura. En primer lugar se nos habla de mucha organización, de reuniones de esto o de lo otro… a veces tengo el sueño de que también se nos ayude a reanimar continuamente nuestra contemplación por los caminos.

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