Una vida compartida con los pobres
Compartir vidas
La puerta de una fraternidad siempre quiere estar abierta a los vecinos, a los amigos: compartimos la vida con sus alegrías sencillas y sus preocupaciones.
La Iglesia nos ha confiado esta tarea: compartir las vidas de la gente del pueblo, gratuitamente, como un signo y un fruto del amor de Dios.
La Iglesia nos ha confiado esta tarea: compartir las vidas de la gente del pueblo, gratuitamente, como un signo y un fruto del amor de Dios.
Alegres
Cada uno de nosotros podría decir que ahí encuentra su alegría:
Eco de la alegría de las bienaventuranzas.
- Alegría de ser acogido como un hermano por las gentes.
- Alegría de las solidaridades sin resonancia.
- Alegría de saber que Jesús ha hecho el mismo camino antes que nosotros y que se ha estremecido de alegría.
Eco de la alegría de las bienaventuranzas.
Dichosos
Dichosos los que eligen ser pobres porque ésos tienen a Dios por Rey
Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir consuelo.
Dichosos los desposeídos, porque ésos van a heredar la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos van a recibir ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos.
Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey.
(Mt 5, 3-10)